martes, 17 de enero de 2012

6_ Pisos en 'cash' y menús a escote

Cenamos con un pariente extranjero, estrenado en la treintena, que viene de vez en cuando a Madrid para unos workshops, que creo que es algo de estudiar las tarifas del próximo año para la compañía de telefonía en la que trabaja. Una compañía que le paga unos 100.000 euros anuales, aunque vivir en Londres no es fácil. No quiso decirnos cuánto paga de alquiler por un piso de dos habitaciones cerca de Paddington Station, pero me temo que no menos de 3.000 eureles. 

Nos habló de amigos suyos, que trabajan en entidades como Royal Bank of Scotland y Lloyds Bank. Detalló cifras espeluznantes como salario base y luego dijo lo de los "bonus de seis cifras". Veamos cuánto dan las seis cifras: 333.333. Me hago a la idea. Claro que también pueden ser 999.999. Añadió después que conocía a gente que compraba pisos "en cash", en metálico, ¡en el centro de Londres, y en el corazón de Manhattan! Pisazos comprados con el fruto de la especulación. A tocateja.

Unos sobresueldos astronómicos que llegan en un momento en que el paro devasta sociedades, en que el personal lucha con cuatro perras que consigue en los diversos mercados negros, con bisnés que se sacan de la chistera como pueden, con los que ni en veinte vidas amontonarían toda las pastaza de estos privilegiados, por no decir otra cosa, de la banca. 

Éramos tres, y el pariente pagó el 50% de la cena. Pensábamos que invitaría y no escatimamos al pedir esa copita de licor de hierbas, y otros caprichos, cenar fuera es un lujo y hay que aprovechar. Pero nos tocó soltar 25 pavos, que se notan cuando a fin de mes acumulas, como mucho, 800, y tus gastos fijos, sin hacer nada, rondan los 600.

Estos potentados del sistema financiero sueñan con jubilarse a los cuarenta. Empiezan a currar a las siete y media y salen a a las siete. De nueve a doce, también trabajan. 

Los desprecio, pero no me dan envidia. 

Creo. 

lunes, 16 de enero de 2012

5_ Funerales modernos, oportunidad de negocio

Hace poco estuve en el funeral del exnovio de mi prima. Llevaban varios años juntos, aunque no coincidí con él en muchas ocasiones. Trabajaba como monitor de tiempo libre en Huesca, y no me gustan demasiado los deportes de riesgo. Tuvo un accidente en Paraguay, no mientras descendía ningún cañón, sino al colisionar el ciclomotor en el que viajaba con un camión. Un peatón despistado, anciano, fue el último eslabón en la caprichosa cadena del azar que provocó el trágico desenlace. Cada segundo cuenta. Si ese día hubiera apurado un poco más el café del desayuno, aún estaría vivo. 

Se celebró un acto en su ciudad natal, Zaragoza, en una sala de conferencias de un polideportivo. Acudieron amigos, familiares, solo gente que tenía o había tenido una relación más o menos estrecha con el difunto. Se proyectaron muchas fotos, quizá demasiadas, de X, llamésmole X, en diversas situaciones de la vida. A bordo de piraguas, con el arnés, haciendo senderismo, encima de un dromedario en la puerta del desierto. También muchas fotos de grupo, en plan equipo de fútbol. 

Se leyeron textos que loaban las virtudes del fallecido. Y lo cierto, es que las palabras de alabanza no me parecieron infladas ni falsas, se ajustaban exactamente al perfil de X. Cuando decían "era de las mejores personas que he conocido", es porque realmente era de las mejores personas que había conocido. Un tipo de esos buenos que hay por la vida. 

Fueron textos emotivos, y todos echamos la lagrimilla, pero quizá faltó un poco de organización. Un sistema de megafonía para escuchar los panegíricos, un conjunto de videos con un montaje más profesional, incluso una propuesta musical más rotunda, acorde con los gustos del homenajeado. 

Pensé en que así serán los funerales, casi todos, en el futuro. Un recuerdo simpático, ligero, sincero, de la persona querida muerta, y cada vez con un despliegue técnico más depurado cada vez, ejecutado por profesionales en la materia, cuyo nombre está aún por crearse, en términos de branding. ¿Dead manager?

Imaginé también en mi propia muerte, en los videos, fotos y músicas que alguien ajeno a mí seleccionaría para recordarme. Pero prefería pensar más en la parte procaz del asunto, y en la oportunidad de negocio que ahí se escondía. Si tuviera recursos y fuerzas para emprender, podría ser una interesante aventura empresarial. 

sábado, 14 de enero de 2012

4_ ¿Cinco millones de rebeldes?

Sobrevivo. De una manera u otra, puedo pagar el alquiler e incluso emborracharme con mis amigos casi cada vez que quiero. También puedo tener, y las he tenido, alguna que otra mujer, pese al incremento de desembolso que eso conlleva. Mi futuro es incierto, mi jubilación será dura, y me tocará emplearme donde sea para obtener esa pensión que nunca me labré.  

Sobrevivo, pero no me compro ropa, estiro los viejos pantalones como chicles por encima del bien y del mal de las tendencias del 'fast fashion'. Me corto el pelo en academias de peluquería, por menos de cuatro euros. Rara vez voy a supermercados que no sean Lidl o DIA y si viajo, un mero fin de semana, es ampliando más y más mi brecha deudora, mis sonrojados números rojos. No tengo prestaciones, y mi economía se reduce a un abismo de deuda cada vez mayor. A un déficit individual cuesta abajo y sin frenos.

Vivo precariamente, sí, pero no lo suficiente como para aceptar determinadas cosas. Vivo en paro, o algo parecido, extraño estatus, pero mi actitud para abandonar esta situación no es todo lo enérgica que se esperaría. No devoro los anuncios de ofertas de trabajo, ni estoy inscrito en la bolsa de trabajo del INEM, ni acudo a determinados actos sociales con el cartel de BUSCO CURRO, pintando en la frente. Me resisto a que me contraten como telefonista, de camarero, a meterme en la cadena de montaje, y me temo que también a convertirme en chupatintas que aguante las neuras de alcohólico mal follado de un jefe chusco, me niego a aceptar a un petimetre con perilla como autoridad moral. Me resisto a cumplir órdenes de quien no me infunde ninguna admiración, por no decir respeto. Me toca los cojones aguantar las decisiones arbitrarias de un pichafloja con ínfulas de tiranillo. E invertir el 80% de mi tiempo en una ocupación que secuestra mi tiempo, mi fuerza, y mi ilusión, por cuatro perras con las que a duras penas pago las facturas.

Y a veces pienso que si eso me pasa a mí, le puede pasar también a otra mucha gente. No sé si a 5.300.000 millones de españoles, pero quizá a la mitad. Y pienso también que a lo mejor la verdadera Spanish Revolution que empezó el 15 de mayo de 2011 se materializa precisamente en eso. Más que en un 'No Les Votes' en un 'Que te explote tu puta madre'.

No tengo dinero, pero me queda una cierta dignidad, la dignidad del pobre. Y una ilusión de libertad, que no sé si es real, pero que a veces me reconforta con el mundo. A veces prefiero todo eso, soy feliz incluso, a aceptar ciertas ruedas de molino de la alienación. No soy el único.

viernes, 13 de enero de 2012

3_ Gente con trabajo, demasiado puto trabajo

Quedé para tomar cervezas con amigos que tienen trabajo, periodistas vocacionales, o casi, que parece quieren seguir siendo periodistas. Yo ya no quiero ser periodista, o si eso un poco. Mucho curro, poca pasta. Poca libertad. Quiero ser cristalero, o algo parecido. Que le jodan al periodismo, ya leeré cuando necesite proveerme alimento intelectual.

Tenían amigos en RTVE, así que se puede decir que manejaba información de primera mano. Hablaron de aquel ERE que puso adiós a las trayectorias de míticos corresponsales como Enrique Peris, Rosa María Calaf o al presentador de Días de Cine, ese Antonio Gasset que a mí siempre me pareció un amargado de humor cansino. Les ofrecieron seguir, o largarse con el 90% de su sueldo, con 52 años. La gran mayoría eligió, sin pensarlo mucho, supongo, dejar de trabajar, y percibir por calentar el sofá de sus casas 4.500 euros mensuales. Los recortes que quiere impulsar el gobierno del PP no les afectarán. 

Escuché hace poco una entrevista en radio a Antonio Gasset, que hablaba con nostalgia de sus días de curro. "Echo de menos el trabajo, a los compañeros, la rutina que ahí teníamos". ¡Pues no haberte acogido al ERE, cachalote!

Durante un tiempo, se les impidió ejercer ningún trabajo relacionado con su antigua actividad, pero luego la cosa se revirtió. Si trabajan en televisión, pues resulta que sí podían firmar informaciones en prensa. Me comentaron que el hombre del tiempo, no sé si Montesdeoca o Maldonado, se estaba forrando con una empresa en internet de predicción del meteorológica. Y luego hablaron de Ángel Gómez Fuentes, ese clásico rostro que aparecía con el Coliseo detrás, con su voz nasal y gesto inmutable. 

Ahora parece que no le va mal como corresponsal en Roma para el ABC. A los 4.500 euros que recibe de las arcas públicas que paga el contribuyente, se le suma el sueldo del grupo de Vocento. La crónica, eso sí, está muy bien redactada.

miércoles, 11 de enero de 2012

2_ El cristalero

Vino por fin el cristalero a casa de mi ex. Fue extraño volver a entrar en ese espacio que ya no era mío, y encima para apoquinar los 106 euros que me costó la broma. La resaca de los cristales rotos. Al menos el cristalero era un tipo majo, me llamaba por mi nombre de pila con mucha educación. Un tipo delgado, rubiales, seguramente aficionado a las series actuales, puede que a 'El Ala Oeste de la Casablanca'.

Me dio pereza darle conversación y lo dejé hacer, lo dejé terminar de quitar los pedazos de cristal, como témpanos ajenos al frío y al calor. "¿Fue un golpe?", preguntó. Me forzó a confesar mi canallada, "Sí, un golpe seco", y le enseñé mi puño intacto. Contestó algo de la trayectoria, puede que su serie favorita fuera, pienso ahora, CSI. A mí me aburren soberanamente esas series, jamás logro mantener la atención durante la hora que duran. No sé si es problema mío o suyo, supongo que mío.

Encendí el ordenador portátil y traté de seguir rellenando un artículo para el periódico que me estaba costando lo mío, y por el que vería, un mes después de que decidieran publicarlo, unos 70 euros, una vez descontado el IRPF. Al tipo del cristal, tan majete él, le pagué 106 euros, IVA incluido, por diez minutos de mano de obra y el material. No tenía cambio y le di 110, con el compromiso por mi parte de ir a la tienda a por mis vueltas. Faltó que le chupara la polla, pienso ahora. 

Mientras lo acompañaba por el pasillo hacia la puerta, con su bolsa de cristales rotos en la mano, me di cuenta que estaba despidiendo a un hombre al que veía con sana envidia. Quizá no tenía tantos títulos como yo, y sus experiencias vitales, profesionales, serían menos intensas. No habría entrevistado a ningún premio Nobel, pero no parecía que aquello le pesara. No vi en ese tipo a un currela resignado a su trabajo de mierda, un Pepe Gotera malhablado y con aliento a tabaco negro. No vi a un chapuzas bebedorzuelo y ávido lector del Marca. No vi a un tipo ante el que me tenía que sentir superior, sino que a un ser libre, y aquello me asustó, y me sentí pequeñito, engañado, confundido, en el sofá de mi ex, sobre el que reinaba una manta, amarilla chillona, de Bob Esponja.

martes, 10 de enero de 2012

1_ Extraño estatus

He leído en la prensa mexicana, porque entre algunos de mis curros está el de leer prensa extranjera, que la cuesta de enero llegaría, en aquel país, hasta marzo. Que tenga algún que otro currito no significa que tenga trabajo. Tener una serie de pagadores que no te permiten ni darte de alta en autónomos te sitúa en un extraño estatus sociolaboral. Hablemos de ese estatus mío, al que quizá, con un poco de suerte, pueda ponerle una etiqueta al final de este post. No cotizo a la seguridad social, rara vez llego a fin de mes, y vivo del crédito. También vivo de las casualidades, del factor suerte, de ciertos ángeles de la guardia que de pronto caen del cielo y me ayudan a superar un mes más sin tener que anunciarme en LoQuo como masajista de relax para señoras adineradas, esa posibilidad que está ahí, a la vuelta de la esquina. 

El otro día discutí con mi novia y jodí un cristal de un puñetazo. Casi le doy una hostia con la tontería, y por los pelos no me denuncia por agresor. Ahora tengo que pagar la reparación y entender que, después de semejante espectáculo, me mandara a la mierda. Se acabó el tener dos casas, ese "rollo bolsas" que tiene su gracia, aunque también cansa lo suyo. Es jodida esa diáspora incontrolada de  gayumbos, algo de ti se desordena en esa doble residencia.  

Gastaré más en calefacción, al vivir de nuevo solo. De hecho, ya gasto, o derrocho, porque la factura de Iberdrola alcanza casi los 90 pavos. De móvil voy bien, me intentaron timar hace unos meses en la compañía, y me deben pasta. 

La cuesta de enero durará hasta marzo, y no sé que soy, laboralmente hablando. Un gilipollas, un pringao, un desubicado, un descastado, alguien sin subsidios ni crédito alguno. Un aspirante a mileurista, un agujero negro en las estadísticas del INEM, del INE, un tipo invisible para los cazatalentos, un don nadie en los departamentos de rrhh, alguien que no ha visto si quiera 'El método Gronholm', un torpe usuario de los LinkedIn, Monster, Infojobs, Infoempleo e Infolancer.


Esa va a ser mi misión en esta nueva etapa de búsqueda de curro. Ponerme al día en todas esas webs tocawebs que hasta el momento solo me han robado minutos de mi jodido tiempo, sin darme nada a cambio. 


Eso es lo que haré, sí, y otro día pensaré en el nombre, la etiqueta, la denominación, de mi extraño estatus. LinkedIn, Monster, Infojobs, Infoempleo e Infolancer, allá voy.